De repente apareció la "gruñona" lanzando por la boca todo lo que en su mente venía acumulando.
Lo que le molestaba era que no la quería acompañar a una de las bandas que a ella le gusta. Hacerle "el aguante", "la pata" dejando de lado la no-simpatía por dicha música.
En algo no coincidían, y era el gusto por la música.
Ambos lo sabían desde el comienzo de la relación, en realidad desde antes.
-¿No vas a aceptar ningún regalo mío entonces?- dijo él
-No- respondió la gruñona.
Él saca del bolsillo 2 entradas...-¿Esto tampoco?-
Mirando de reojo le dijo: -Tampoco. No las quiero. Vendelas en Mercado Libre, hacé algo. Es tu problema...no quiero nada. No voy a ir.-
Por dentro la gruñona pensaba: "Qué boluda! ¿para qué abriste la boca?", al mismo tiempo que seguía mirando de reojo cómo las entradas que tanto quería se alejaban de ella.
Sin embargo terminó de vomitar lo que tenía guardado dentro suyo y sintió alivio, al ver que él la escuchaba atentamente.
Momento de estallido y desahogo que necesitaba.
La gruñona reconoció que estuvo mal en decir ciertas cosas.
Ella espera y desea que pase rápido el tiempo para que se den las cosas que ambos desean.
Es muy ansiosa. No quiere perderlo, ni perderse de vivir cosas con él.
Se refugió en sus brazos, se miraron a los ojos reconociendo en ellos el amor que aún hay, se besaron, ella le pidió disculpas por lo ocurrido.
Cenaron juntos como todas las noches. Se mimaron más tarde y él hizo entrega de esto:
¿Y ahora...qué hará ella?